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Español abajo

“I don’t think gender inequality exists,” declared one male participant upon arrival at our Men’s Engagement training.

 

At the beginning of the day he cracked sexist jokes and had side conversations. As the training went on, I saw a shift – instead of being closed off, he asked questions, shared stories, and engaged in respectful disagreements. He listened and was challenged by his peers. He felt validated by the recognition that machismo also causes men to experience violence and negative health impacts. Male participants opened up about the burdens of emotional repression, financial responsibility, and being discouraged from seeking help, and he could relate.

Once he felt seen and heard, he was able to see and hear others. He then listened and recognized women’s burdens of caretaking responsibilities, workplace discrimination, and gender-based violence. At the end of the same day, he wanted to learn more and coyly asked if Equimundo was hiring in the Dominican Republic.

He wasn’t alone in this shift – “[The training] positively transformed my mentality from the bad side of machismo and opened my eyes to our responsibilities and roles,” another participant said.

This happened during a training we held in the Dominican Republic in August 2023 as part of USAID’s Engendering Industries program, which works to increase gender equality in the workplace, especially in fields traditionally occupied by men.

One industry dominated by men is the energy sector, as women hold only a quarter of jobs in the sector globally. When women with diverse perspectives are included in decisions, creativity and innovation increase. When men engage in healthier versions of manhood, safety increases and workplace accidents decrease. When sexual harassment is reduced, focus and productivity increase. So our program began to engage men in this sector in workplace gender equality efforts that recognize and break down barriers to women’s workforce advancement, unpack power hierarchies, and create safer environments for everyone. Which brought us to the Dominican Republic.

The participants were men and women employees in their 20s, 30s, 40s, and 50s from three electricity companies and the Women’s Ministry. The activities centered on unpacking gender norms and roles (both in family life and in professional spaces), gendered divisions of work, power and violence, sexual harassment, male allyship, and healthy communication, as well as facilitation skills for participants to replicate similar activities for their colleagues. Beyond the unlearning and learning anew, we dug into our deeper emotional connections to gender and power since childhood, to tie both minds and hearts to the topic.

 

How did you learn to ‘act like a girl/boy’?

Which behaviors were you rewarded for?

Which were helpful and which were harmful?

Which gendered behaviors have carried over to work?

 

One woman who felt deeply affected by the training was a proud feminist, with decades of experience in violence prevention and response at the Women’s Ministry. Despite her history working in gender equality, she was moved by the engagement of her male peers, who showed humility, vulnerability, and willingness to learn. She told the group how inspired she was by their commitment to being male allies in their home lives and at work. She expressed her renewed energy to engage her male colleagues in replica trainings, noting that even though they work at the Women’s Ministry, they have a lot of room to grow.

“It changed my perception of the role of men in changing the culture of hegemonic masculinity towards one of more inclusivity.” – another participant

The outpouring of vulnerability moved me. I was inspired by their openness to the possibility of being wrong. It allowed me to do the same. To be questioned by others and have respectful discussions. To humbly learn new perspectives. But it also caught me off guard. There were moments of sharing of harmful, ingrained perspectives of misogyny and homophobia that I felt visceral, emotional reactions to. It was hard at times for me to turn off my personal feelings and embody a facilitator mindset to foster productive, transformative discussions.

But these topics are hard for most people. And yet the training participants have been leading these difficult conversations within their companies, advocating for new policies, and seeing real change. Since they joined this program in 2019, the companies have established policies on Workplace Harassment, Anti-Discrimination, Paternity Leave, and Salary Equity. They have led campaigns and held internal trainings on these topics. They’ve seen a positive shift in client satisfaction from women employees’ roles in navigating community outreach and conflict resolution.

They know, as we all do, that changing culture (and changing minds) is a long process. But we each left the training with renewed energy to continue lighting the path forward.

 

Español

Generar energía para el cambio: Reflexiones de una facilitadora

Escrito por: Rachel Katz

“No creo que exista la desigualdad de género”, declaró un hombre participante al llegar a nuestra capacitación sobre el involucramiento de los hombres.

 

Al principio de la jornada gastó bromas sexistas y mantuvo conversaciones paralelas. A medida que avanzaba la capacitación, observé un cambio: en lugar de cerrarse en banda, hacía preguntas, compartía historias y participaba en desacuerdos respetuosos. Escuchaba y era cuestionado por sus compañeros. Se sintió validado por el reconocimiento de que el machismo también hace que los hombres sufran violencia e impactos negativos en la salud. Los hombres participantes hablaron de la carga que supone la represión emocional, la responsabilidad económica y el desánimo a la hora de buscar ayuda, y él se sintió identificado.

Una vez que se sintió visto y escuchado, pudo ver y escuchar a los demás. Entonces escuchó y reconoció la carga que suponen para las mujeres las responsabilidades asistenciales, la discriminación en el lugar de trabajo y la violencia de género. Al final del mismo día, quiso saber más y preguntó tímidamente si Equimundo estaba contratando en la República Dominicana.

No fue el único que cambió: “[La capacitación] transformó positivamente mi mentalidad del lado malo del machismo y me abrió los ojos a nuestras responsabilidades y roles”, dijo otro participante.

Esto sucedió durante una capacitación que realizamos en la República Dominicana en agosto de 2023 como parte del programa Engendering Industries de USAID, que trabaja para aumentar la igualdad de género en el lugar de trabajo, especialmente en sectores tradicionalmente ocupados por mujeres.

Una industria dominada por los hombres es el sector energético, ya que las mujeres sólo ocupan una cuarta parte de los puestos de trabajo en el sector a nivel mundial. Cuando se incluye en la toma de decisiones a mujeres con perspectivas diversas, aumenta la creatividad y la innovación. Cuando los hombres se comprometen a versiones más saludables de la hombría, aumenta la seguridad y disminuyen los accidentes laborales. Cuando se reduce el acoso sexual, aumentan la concentración y la productividad. Así que nuestro programa empezó a involucrar a los hombres de este sector en los esfuerzos de igualdad de género en el lugar de trabajo que reconocen y rompen las barreras para el avance de las mujeres en la fuerza laboral, deshacen las jerarquías de poder y crean entornos más seguros para todos. Esto nos llevó a la República Dominicana.

Las y los participantes eran empleadas y empleados de 20, 30, 40 y 50 años de tres empresas eléctricas y del Ministerio de la Mujer. Las actividades se centraron en destapar las normas y los roles de género (tanto en la vida familiar como en los ambientes profesionales), las divisiones de género en el trabajo, el poder y la violencia, el acoso sexual, la alianza de los hombres y la comunicación saludable, así como en las técnicas de facilitación para que los y las participantes pudieran replicar actividades similares con sus colegas. Más allá de desaprender y aprender de nuevo, ahondamos en nuestras conexiones emocionales más profundas con el género y el poder desde la infancia, para vincular tanto la mente como el corazón.

¿Cómo aprendiste a ‘comportarse como una niña/un niño?

¿Qué comportamientos se le recompensaban?

¿Cuáles eran útiles y cuáles perjudiciales?

¿Qué comportamientos de género se han trasladado al lugar de trabajo?

Una mujer que se sintió profundamente afectada por la capacitación era una feminista orgullosa, con décadas de experiencia en prevención de y atención a la violencia en el Ministerio de la Mujer. A pesar de su experiencia en el ámbito de la igualdad de género, se sintió conmovida por la participación de sus colegas hombres, que mostraron humildad, vulnerabilidad y voluntad de aprender. Contó al grupo lo inspirada que se sentía por su compromiso de ser aliados hombres en sus hogares y en el trabajo. Expresó su energía renovada para involucrar a sus colegas hombres en capacitaciones de réplica, señalando que aunque trabajan en el Ministerio de la Mujer, tienen mucha oportunidad para mejorar.

“Cambió mi percepción del rol de los hombres en el cambio de la cultura de la masculinidad hegemónica hacia una de mayor inclusividad”. – otra participante afirmó

El desbordamiento de vulnerabilidad me conmovió. Me inspiró su apertura a la posibilidad de equivocarse. Me permitió hacer lo mismo. Ser cuestionado por los demás y mantener debates respetuosos. Aprender humildemente nuevas perspectivas. Pero también me pilló desprevenida. Habían momentos en los que se compartieron perspectivas dañinas y arraigadas de misoginia y homofobia ante las que sentí reacciones viscerales y emocionales. A veces me costó apagar mis sentimientos personales y adoptar una mentalidad de facilitadora para fomentar un debate productivo y transformador.

Pero estos temas son difíciles para la mayoría de la gente. Y, sin embargo, los y las participantes de la capacitación han estado dirigiendo estas conversaciones difíciles dentro de sus empresas, abogando por nuevas políticas y creando un cambio real. Desde que se unieron a este programa en 2019, las empresas han establecido políticas sobre Acoso Laboral, Antidiscriminación, Permiso de Paternidad y Equidad Salarial. Han difundido campañas y realizado capacitaciones internas sobre estos temas. Han visto un cambio positivo en la satisfacción del cliente a partir de las funciones de las empleadas en la navegación de la divulgación comunitaria y la resolución de conflictos.

Saben, como todos nosotros, que cambiar la cultura (y cambiar las mentalidades) es un proceso largo. Pero todos salimos de la capacitación con energías renovadas para seguir iluminando el camino.

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