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Es absurdo el número de veces que he escuchado esta frase pronunciada después de las elecciones estadounidenses, como si estuviera tratando de... Frankenstein Un salvador que resuelva lo que décadas de no escuchar a los jóvenes han producido. Generar confianza, aprecio y una relación significativa con los jóvenes les da un aire a banda de chicos de los 90 (sin ofender a Back Street Boys ni a N'Sync).

(Foto de: Vivian Zink/Syfy/NBCU Photo Bank/NBCUniversal vía Getty Images)

Para llegar adonde queremos estar con los jóvenes y los niños, primero debemos decir sin complejos (y en serio) que nos importan. Debería ser obvio (pero por si acaso no lo es), esto no significa que dejemos de preocuparnos por las mujeres y las niñas. Cuidar es el principio de todo; preocuparse genuinamente por... Dos tercios de los jóvenes que dicen que nadie los conoce realmente bien. Me importa mucho que Uno de cada cuatro hombres no cree que alguna vez encontrará el amor. Realmente preocuparnos por el hecho de que los niños tienen un bajo rendimiento en las escuelas en más de 100 países de todo el mundo, y que El 40 por ciento de los jóvenes entre 18 y 23 años ha pensado en suicidarse en las últimas dos semanas. 

Una vez que realmente nos importe, debemos ponernos manos a la obra. Debemos cuestionar cómo hemos abordado el trabajo con el 49 % del mundo. Necesitamos tener una conversación sobre cómo la igualdad de género nos beneficia a todos y cómo podemos comunicar esto de manera efectiva a quienes están fuera de nuestras burbujas.

El cambio no se produce de la noche a la mañana. Requiere tiempo y recursos, pero también calma y firmeza. Requiere adoptar un concepto que estoy aprendiendo cada vez más: Cambio narrativo.

Entonces, ¿qué es el cambio narrativo? El cambio narrativo no se trata de métricas de moda como la interacción o el alcance. Se trata de raíces; busca sentar las bases para que surjan futuras historias. El cambio narrativo busca fortalecer a los narradores: aquellos que pueden contar historias nuevas y contundentes que, con el tiempo, transformen la forma en que comunidades, sectores y sociedades enteras piensan, sienten y se ven a sí mismas.

El cambio narrativo es lento. Requiere paciencia, confianza y la disposición a plantar semillas que podrían no florecer durante años. El trabajo narrativo eficaz no es reactivo. No se basa únicamente en contranarrativas ni en tácticas de relaciones públicas que generan un marco temporal. Comienza con la empatía y la escucha activa: comprender las historias que ya existen en las comunidades, las heridas o esperanzas que albergan, y cómo se puede expandir la imaginación a través de nuevas historias.

Los Elefantes (con E mayúscula) en la sala lo saben muy bien. Durante los últimos 30 años, los movimientos conservadores han invertido eficazmente en infraestructura narrativa (think tanks, ecosistemas mediáticos, influencers) para sembrar valores y marcos coherentes. Apostaron por el largo plazo. Para triunfar en este espacio, las voces progresistas y sus estrategias narrativas deben romper con la lógica. marcos lógicos y lineal teorías del cambioDeben inspirarse en la adaptabilidad del sector tecnológico, el poder narrativo de las empresas de medios y la mentalidad iterativa de los emprendedores, sin perder de vista los valores de la equidad, el cuidado y la conexión.

En resumen, lo que necesitamos no es un Joe Rogan progresista. El camino hacia los corazones y las mentes de los jóvenes no se construye con el mero desempeño. No se puede construir sin importar cómo se sienten y piensan. Debemos pasar de "¿Cómo podemos recuperar a los jóvenes?" a "¿Cómo los apoyamos?". Deberíamos, como lo dice Gary Barker, director ejecutivo y fundador de Equimundo, siempre dice – llamar a los hombres a participar; no sólo llamarlos a salir. 

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