Los 16 Días de activismo contra la violencia de género es una campaña internacional utilizada por activistas de todo el mundo (del 25 de noviembre al 10 de diciembre) como estrategia organizativa para pedir la eliminación de todas las formas de violencia de género.
Este año, compartiremos nuestra investigación sobre los vínculos entre las normas masculinas dañinas y ocho formas diferentes de comportamiento violento, así como conocimientos y recomendaciones para eliminar todas las formas de violencia.
Si bien no hay nada inherente al hecho de ser hombre que impulse la violencia, la forma en que socializamos a los niños en sus identidades como hombres y lo que esperamos de ellos (es decir, las normas masculinas de la sociedad) están innegablemente vinculados con la violencia.
De hecho, a menudo se cría, socializa y anima a los niños y a los hombres a usar la violencia de alguna forma; en general, los hombres y los niños tienen una probabilidad desproporcionada de perpetrar la mayoría de las formas de violencia y de morir por homicidio y suicidio. Sin embargo, la investigación afirma que esta violencia es prevenible, la igualdad de género es alcanzable y las normas e ideas no violentas sobre la masculinidad son prevalentes y poderosas.
Informe de la Fundación Equimundo y Oak Normas masculinas y violencia: estableciendo conexiones, examina los vínculos entre las normas masculinas nocivas y ocho formas de comportamiento violento. Este sexto blog de la... Estableciendo las conexiones16 días de activismo Esta serie se centra en la violencia sexual fuera de la pareja. Analiza la realidad sobre este tipo de violencia, explora sus vínculos con otras formas de violencia y ofrece recomendaciones para la acción.
Violencia sexual fuera de la pareja
Los hechos
Existen diversas formas de violencia sexual fuera de la pareja, como el acoso sexual verbal, los tocamientos sexuales no deseados y la violación. La violencia sexual fuera de la pareja es perpetrada predominantemente por hombres contra mujeres y niñas, aunque cada vez hay más pruebas que indican una violencia sexual considerable por parte de hombres contra otros hombres y contra niños.
La OMS estima que El 7 por ciento de las mujeres a nivel mundial han sido agredidas sexualmente por alguien que no es su pareja. (cifra que excluye el acoso sexual). Las formas de violencia sexual distintas de los actos sexuales forzados, en particular el acoso sexual callejero, son prevalentes. Según ActionAid, El 79 por ciento de las mujeres que viven en ciudades de la India y el 89 por ciento de las de Brasil han sido objeto de acoso sexual o violencia en público, al igual que el 75 por ciento de las mujeres de Londres.En consecuencia, los hombres tienen considerablemente más probabilidades que las mujeres de decir que se sienten seguros caminando solos por la noche en sus comunidades, según datos de 143 países.
La violencia sexual contra hombres y niños es ampliamente subestimada, en gran medida debido a las ideas normativas sobre la masculinidad, los estereotipos de género y el estigma resultante asociado a ser un sobreviviente masculino de violencia sexual.
Los enlaces
Las masculinidades desiguales en cuanto a género se encuentran entre los principales factores causales de la perpetración de violaciones, según una síntesis de 2012 de aproximadamente 300 estudios cualificados. Asimismo, Datos de IMÁGENES Los estudios de cinco países demuestran que los hombres que mantienen actitudes de privilegio y derecho masculinos son sistemáticamente más propensos a perpetrar violaciones.
La violencia sexual puede servir como herramienta para que hombres y niños demuestren su hombría, alcancen el estatus social de "hombres de verdad" y ejerzan poder y control sobre los demás. La violencia sexual también puede utilizarse como herramienta para vigilar el desempeño de género de personas de todas las identidades de género.
La variedad de actitudes culturalmente relevantes que impulsan la violencia sexual masculina, incluidas las normas masculinas nocivas, está tan extendida a nivel global y local que las académicas feministas y las críticas culturales acuñaron el término "cultura de la violación" para describirla. Además, esta cultura culpa a la persona agredida e invisibiliza las dinámicas culturales que crean un entorno propicio para la violencia sexual.
Las intersecciones
Al igual que ocurre con otras formas de violencia, haber sufrido violencia en la infancia está vinculado con una probabilidad significativamente mayor de que los hombres cometan violencia sexual en la edad adulta.
Los datos globales sugieren relaciones complejas y multidireccionales entre el rendimiento educativo, el nivel de ingresos y la perpetración de violencia sexual, lo que hace imposible realizar generalizaciones amplias.
Además de las exposiciones adversas durante la infancia y las masculinidades desiguales en términos de género, las investigaciones identifican otros tres factores de riesgo importantes para la perpetración de violaciones: trastornos del apego y de la personalidad, aprendizaje social y delincuencia, y abuso de sustancias y acceso a armas de fuego.
De la teoría a la práctica
Las iniciativas destinadas a prevenir la violencia sexual fuera de la pareja deben centrarse en las siguientes transformaciones de las normas masculinas nocivas:
- Pida a los participantes que nombren e identifiquen los efectos nocivos de las normas de género en individuos de todas las identidades de género, particularmente en relación con la expresión de género y la sexualidad.
- Fomentar el debate y la valoración de masculinidades alternativas que aporten ideas saludables y no violentas sobre la hombría.
- Identificar la cultura de la violación e involucrar a los participantes en una exploración de cómo se manifiesta, sus consecuencias negativas y cómo cambiarla (fomentando la defensa).
- Demostrar los efectos amplios y nocivos de la violencia sexual, incluidos los efectos intergeneracionales, e insistir en que la violencia sexual nunca está justificada.
- Reconocer que el apoyo psicosocial es particularmente importante para ayudar a interrumpir los ciclos intergeneracionales de violencia entre los jóvenes que han experimentado o presenciado violencia mientras crecían.